‘La cena’



Se han atrevido con casi todo. La iglesia, Franco, el nacionalismo catalán, la Unión Europea… Ahora le toca el turno a los gurús que sacan provecho del ecologismo; esos que aprovechan la preocupación de la población por la deteriorada salud del planeta para ganar unos dinerillos. Els joglars vuelve al Teatro Cuyás con ‘La cena’, una comedia ácida e inteligente que nos advierte de las actividades de este tipo de personajes que sacan tajada casi de cualquier cosa sin detenerse a mirar sus consecuencias morales. Albert Boadella, alma máter del grupo catalán, acierta de pleno en la diana con un texto que, más allá de las risas, plantea sólidos mensajes de fondo. ‘La Cena’ se representará en el Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria los días 22, 23 y 24 de mayo. Las entradas para disfrutar de este espectáculo teatral de altura ya están a la venta en las taquillas del teatro Cuyás, en la página web del recinto escénico de la capital grancanaria (www.teatrocuyas.com) y en el teléfono 902 504 405.
Els Joglars vuelve a ofrecernos una buena sesión de teatro irreverente que, esa vez, centra sus aguijones de crítica ácida e incisiva, en los esfuerzos para frenar el deterioro medioambiental del planeta. La Cena es una sátira que se desarrolla en distintos ámbitos centrados en el tema del medio ambiente y el cambio climático. La obra se inicia a través de la preparación de una cumbre internacional sobre cuestiones climáticas celebrada en un Parador Nacional, y en la que el Gobierno español se responsabiliza de la cena de clausura. La ocasión bien merece contratar los servicios de uno de los gurús de la nueva cocina española. El cocinero, un auténtico visionario, es capaz de elaborar sabrosos platos equilibrados y nutritivos que, además, son ‘naturalmente sostenibles’. Este es el punto de partida de una locura made in Els Joglars en la que se pone de manifiesto el escaso respeto de los grandes gobiernos del mundo por la protección del medio ambiente y la conversión del ecologismo, gracias a los mensajes catastrofistas, en una especie de religión para una parte de la población.
Entonces salta la tercera consecuencia: la disposición de la gente a seguir cualquier quimérico o astuto majadero publicitado por los medios y decidido a subyugarles invocando una razón de orden superior. En este caso, el pretexto es la amenaza de destrucción del planeta. 
Boadella asegura que el discurso del cambio climático ha propiciado la aparición de “nuevos Tartufos” que actúan como falsos filántropos. El objetivo de estos personajes, destaca el veterano ‘teatrero’ es, como siempre, “sacar tajada”. “Vivimos en la época de mayor esplendor del Tartufo. El gran personaje de Molière tiene hoy su máxima expansión en nuestra sociedad. Raudales de palabras altisonantes y una ostentación pública de filantropía son las señas de identidad de una época exhibicionista que se finge magnánima”.
Estos personajes han visto en el medioambiente, gracias a la toma de conciencia global por parte de la ciudadanía, “el gran negocio del siglo”, una postura de oportunismos que se combina de manera peligrosa con la “enorme frivolidad” con la que el poder político trata un problema crucial para la supervivencia de la especie humana. “El disparate de halla en el constante estímulo de una política de consumo compulsivo al mismo tiempo provoca el supuesto cambio climático mientras se proponen simulacros de lucha por un mundo sin contaminación”, señala.
Constatamos una demanda progresiva de dioses laicos, ya sea en las tendencias apocalípticas o, incluso, en la gastronomía y el ocio. Ello induce a una natural predisposición social para convertir en doctrina ordenancista cualquier liderazgo, invocando razones superiores a la libertad individual, como puede ser la salvación del planeta.