“reírnos de la desgracia” con ‘Final de partida’



Samuel Beckett nos invita a. La Sala Insular de Teatro se rinde al teatro absurdo pero cargado de mensaje del dramaturgo irlandés, un rara avis del teatro cuyos textos no suelen prodigarse mucho por los escenarios españoles. El ‘Grupo actoral 80’ (Venezuela), que ha representado la obra con notable éxito en los escenarios de Latinoamérica es el encargado de poner en escena esta historia sobre el lado más amargo de la existencia que, sin embargo, está cargada de un potente humor negro que trasciende la propia historia. Un hombre ciego postrado en una silla de ruedas, no sabemos por qué. Sus padres, mutilados ambos; el padre y la madre, carentes de piernas, viven en un cubo de basura cada uno y de vez en cuando emergen para hablar entre ellos o con su hijo. No parecen conservar la cordura. También hay un hombre que se encarga de cuidarlos a todos. Un hombre que siempre ha estado con ellos pero que ansía marcharse cuanto antes. Este es el punto de arranque de ‘Fin de Partida’, una obra fundamental en la obra de Beckett que no debe perderse ningún buen aficionado al teatro. Esta obra, que forma parte del cartel del  XXII años del festival del Sur, se representará en la Sala Insular de Teatro el próximo 11 de julio (sábado) a las 20.30 horas. Las entradas ya están a la venta en las taquillas del Teatro Cuyás, en la página web del recinto escénico de la capital, en el teléfono 902 405 504 o en las taquillas de la SIT una hora y media antes del espectáculo.
Cuatro únicos personajes ocupan la escena y dialogan entre sí: Hamm el dueño de la casa, un inválido confinado a su sillón; Clov el sirviente, que no puede sentarse y deambula continuamente por la casa y Nagg y Nell, los padres de Hamm, encerrados en sendos depósitos de basura. Todos viven en un mundo absurdo, regido sin embargo por una lógica peculiar. Un mundo del que quisieran escapar, pero al que finalmente se han resignado. "Uno llora, llora, por nada, por no reír -exclama Hamm - y poco a poco, una verdadera tristeza nos invade”, señala el propio texto.
La más reciente producción del Grupo Actoral 80, estrenó el 15 de noviembre de 2007 en la Sala Horacio Peterson del Ateneo de Caracas y permaneció en cartelera por 13 semanas continuas recibiendo excelentes críticas. Esta pieza fue dirigida por Héctor Manrique, reconocido director venezolano de piezas como Esperando a Godot, Copenhague, Art, La Cena de los Idiotas, Monólogos de la Vagina, Brujas, El matrimonio de Bette y Boo, entre muchas otras. El elenco está conformado por Juvel Vielma, Daniel Rodríguez, Juan Vicente Pérez y Melissa Wolf. Manrique se ha enfrentado en multitud de ocasiones a la obra del autor irlandés, un hombre fundamental del teatro de la segunda mitad del siglo XX que, sin embargo, no se ha hecho un hueco en los escenarios españoles.
Esta obra, estrenada en 1957, bebe de tres fuentes fundamentales: El ‘Rey Lear’ de William Shakespeare, y los textos bíblicos sobre el Diluvio Universal y el ‘Libro de Job’. A través de la relación atormentada entre Hamm y Clov, Beckett exhibe un don magistral para escenificar la ceremonia fúnebre, sin pompa ni palabrería, la ceremonia trágica de la condición humana. En efecto, Lear, Noé y Job se enfrentan a situaciones límite similares que tienen que ver con el peligro real de la extinción de la vida humana a nivel global. Hamm y Clov, amo y esclavo, personajes aniquilados los dos y unidos en lo peor como el alma al cuerpo, esperan un destino trágico y, pese a sus deseos de rebelión y salida, se conforman con lamentar esa espera. Y, en ese apacible horror, la infinita ternura y el mágico humor de Beckett asoman para comunicar al espectador su amor por la “gloriosa miseria de rey desposeído”.
Final de partida también ha sido reducida a la historia de un martillo y tres clavos, ya que sus cuatro personajes son: Hamm (Hammer., martillo en ingles), Clov (clou, clavo en francés), Nell (nail, clavo en inglés) y Nagg (nagel, clavo en alemán). Pero independientemente de estas interpretaciones, sabemos que Beckett la escribió bajo el dolor y el influjo de la muerte de su querido hermano Frank y como toda obra de Beckett su significado siempre es un acertijo, donde no hay espacio para interpretaciones absolutas. Final de partida es una metáfora existencial, una metáfora fúnebre, donde toda la existencia se reduce a un vacío sin sentido, estamos condenados de por vida a una soledad absoluta.